sábado, 28 de enero de 2017

Un día normal

Son las seis de la mañana y mi gato se ha despertado. Aún está bajo el edredón ─duerme conmigo─, así que lleva poco tiempo despierto. He debido moverme o, yo qué sé, ¿respirar?. Todavía falta una hora para darle el desayuno, pero él no parece estar muy de acuerdo.

lunes, 23 de enero de 2017

Señor adulto

Hoy he hecho lentejas. Con chorizo ─sin chorizo no son lentejas, son otra cosa rara─. Es la primera vez que las hago y la verdad es que me han quedado muy ricas. No tan buenas como las de mi madre, claro, pero casi. El caso es que después de ponerme hasta arriba de lentejas con chorizo se ha quedado muy buena tarde para venir aquí y contar cuatro tonterías. Venga, vamos.

martes, 17 de enero de 2017

¿Por qué aquí?

La gente no deja de preguntarme por qué decidí venirme a vivir aquí.
─... Si allí es muy bonita ─me dicen.
Yo siempre les contesto que me vine porque aquí soy feliz. Lo soy ahora y lo fui ─muchísimo─ durante aquella semana de 2013.

jueves, 12 de enero de 2017

Dos historias

El 31 de diciembre, después de cenar, al gato y a mí nos entró un poco de sueño y decidimos tumbarnos en mi cama. Sólo queríamos descansar un rato antes de las campanadas. En algún momento entre las 23:20 y las 23:30 nos quedamos traspuestos ─dormidos, vamos─. Mi madre me contó que vino a avisarme a las 23:50 para comer las uvas todos juntos en el salón y que al vernos dormidos tan plácidamente no quiso despertarnos. Cuando abrí los ojos ya era 2017. Esto es verídico. El gato seguía igual que como le dejé en 2016; dormido con la cabeza apoyada en mi pecho. Miré la hora y abrí la boca para decir algo, pero no dije nada; preferí quedarme un rato más allí con mi gato ─total, ¿ya qué más daba?

El 1 de enero, pocas horas después de despertar junto a mi gato ─serían las tres de la madrugada─, en un local de allí, me encontré con mi ex. Llevaba sin verla más de cuatro años. La vi ─no sé si ella me vio a mí; seguramente sí─, pero no le dije nada. En su momento la cosa no acabó muy bien. De hecho acabó muy mal. Tanto tiempo sin vernos y sin saber del otro para acabar metidos en la misma fiesta de fin de año. Llevábamos en ese local más de una hora, sin darnos cuenta de que estábamos bailando a menos de un metro el uno del otro. Cómo es la vida, eh. Yo estuve perdidamente enamorado de ella en su momento. Fue mucho antes de conocer a Bonita. Era un amor muy distinto al que ahora sé que puede existir ─y existe─; un amor joven, visceral y de ojos cerrados.

Dos historias ocurridas en años distintos y sin embargo separadas por escasos minutos. Qué paradoja, ¿verdad? Una jugada caprichosa de la vida. Eso es lo que fueron mi salida y entrada de año. Me apetecía venir aquí y contarlo.

sábado, 7 de enero de 2017

Bajo tu hechizo

A veces me gustaría ser fumador. Fumador y bebedor compulsivo de café. Sólo para poder sentarme delante del ordenador rodeado de una densa nube de humo, darle un buen sorbo a mi taza de negro y amargo café y ponerme a escribir historias de esas que te absorben y no puedes dejar de leer. Pero no; no fumo ni bebo café. Así que me tengo que conformar con el chute de cafeína que me da esta triste lata de cocacola. Sorbito pequeño y empiezo. Allá voy.

lunes, 2 de enero de 2017

Allí de vacaciones

   Ya estamos en casa. En nuestra casa. Mi gato y yo venimos de pasar la Navidad allí en casa de mis padres. Hacía casi tres meses que no pisaba aquello y la verdad es que ya empezaba a tener ganas de ver a mi gente. Por allí las cosas siguen más o menos igual, salvo por una cosa: mis padres envejecen por momentos. Cuando uno ve a sus padres a diario ─y a cualquier persona en general─ no se da cuenta realmente del paso del tiempo. Pero te vas de casa y empiezas a ver como la vida sigue adelante aunque tú no estés e incluso ─parece─ lo hace más rápido que antes. La verdad es que el tiempo es un cabrón insaciable. No quiero hablar mucho de él, no vaya a ser que se entere y le dé por mandarme más canas de las que ya tengo. Sigamos.