miércoles, 26 de abril de 2017

Nueva temporada

─Ya tengo trabajo ─le dije a Bonita mientras salía de la entrevista.
─¿Ya? ¡Joder, eres el anti paro! ─me respondió al otro lado del teléfono.
Ni siquiera había sido una entrevista; llegué, me presenté, me senté y mi nueva jefa me expuso las condiciones de mi nuevo trabajo. El primero que consigo aquí.
─Empiezas el lunes ─terminó diciendo─. Bienvenido.
Hace un par de entradas dije que sabía que todo iría bien y que encontraría trabajo pronto. Y no me equivoqué. Dos días después de escribir aquello ya tenía trabajo.
─Qué alegría, tesoro. Me alegro mucho por ti.
─Gracias, nena.

jueves, 20 de abril de 2017

Cartas

Me tocó nacer en los 80. Eran años locos ─o al menos a mí me lo parecían─. Hacíamos cosas raras en los 80. En las casas no todas las televisiones tenían mando a distancia; había que levantarte para cambiar de canal ─qué cosas, eh─. Habíamos dejado atrás los tiempos de "yo con dos piedras hacía una portería", pero aún era normal ver a niños jugando por las calles. Niños interactuando con otros niños, me refiero. Con amigos, vamos ─que sí, lo juro─. Y hablando de amigos; para hablar con ellos tenías que utilizar el teléfono. El fijo, claro. No había Internet, ni móviles ─¿qué era eso?─, así que si querías decirle algo al amigo de turno tenías que llamar a su casa y rezar para pillarle allí. ¿Sabéis qué pasaba si llamabas a casa de alguien y no estaba? Nada, no pasaba nada. Eran buenos tiempos. Otra opción era mandar cartas. ¡Ah, las cartas!, qué recuerdos. Siempre me ha gustado mandar cartas. Sobre todo a las chicas.

viernes, 14 de abril de 2017

Soy profe III (y fin)

─Bueno, señores. A ver, prestadme un poco de atención, por favor.
Vuelvo a encontrarme exactamente en el mismo lugar en el que empecé ─hace ya cinco semanas─. Desde lo alto del encerado mis niños parecen aún más pequeños de lo que ya son. Les llamo mis niños, sí.
─Eh... A ver... Hoy es mi último día con vosotros.
─¡Noooo! ─gritan desde el fondo de la clase
─¡¿Por qué?! ─me preguntan algunos.
─¡Jo!, qué pena, profe ─se enrabietan otros.
─Profe, no te vayas.
¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? Esta parte no me la han enseñado en el máster. ¿Cómo me voy de aquí sabiendo que seguramente no les vuelva a ver?

viernes, 7 de abril de 2017

Todo irá bien

─Oye.
─Dime, Papá.
─¿Dice la abuela que si no encuentras trabajo en dos semanas te vuelves?
─No, yo no he dicho eso.
─¿Entonces?
Llevo sin ir allí desde Navidades. Es bastante tiempo, lo sé. Mi abuela ─pobre mía─ está deseando que me vuelva. Pero que vuelva en plan para siempre, no de visita. Y, a ver, yo soy el primero que quiere ponerle solución a esto y hacer una visita a la familia lo más pronto posible, pero no para siempre. Ese no es el plan.
─Lo que le dije a la abuela es que si no me salía trabajo en estas dos semanas podría ir y hacer una visita.
─¡Ah!, claro. Claro, hombre. Es que ella se ha pensado que te venías ya para siempre.
─No, Papá. De momento no.

domingo, 2 de abril de 2017

Fotos

Cuando era pequeño me gustaba tumbarme en la cama de mi abuelo y hablar de fútbol con él.
─Mamá, voy a casa de la abuela.
─¿Otra vez? ─se extrañaba mi madre─. Si ya fuiste ayer.
─Es que tengo que echar la quiniela con el abuelo.
Esa era mi excusa; la quiniela. Realmente la quiniela me daba un poco igual. Todo empezó un día, cuando mi abuelo me preguntó si quería echar una columna a medias con él. Yo dije que "vale" y desde entonces no pasó una semana sin que echáramos una, dos o diez columnas juntos. Eso era lo que yo quería; hacer algo juntos. Ir a su casa y pasar tiempo con mi abuelo.