sábado, 7 de enero de 2017

Bajo tu hechizo

A veces me gustaría ser fumador. Fumador y bebedor compulsivo de café. Sólo para poder sentarme delante del ordenador rodeado de una densa nube de humo, darle un buen sorbo a mi taza de negro y amargo café y ponerme a escribir historias de esas que te absorben y no puedes dejar de leer. Pero no; no fumo ni bebo café. Así que me tengo que conformar con el chute de cafeína que me da esta triste lata de cocacola. Sorbito pequeño y empiezo. Allá voy.

Tengo puesto de fondo "Under your spell" mientras escribo. La saqué de la banda sonora de "Drive" ─ahí fue donde (¿se dice "donde" o "cuando"?) la escuché por primera vez─, aunque en realidad creo que tiene más años. No lo sé; y para el caso, ¿qué más da?

Serían más o menos las nueve. Vicky y yo nos acercábamos al final de una tediosa tarde de trabajo en la sala de estudios de la facultad.
─Me apatece ir al cine, ¿te vienes? ─propuso Vicky mientras se estiraba en la silla.
─¿Qué echan? ─pregunté con la cabeza metida en la mochila mientras guardaba mis cosas.
─Qué más da. Vamos, yo invito.
"Drive"; eso es lo que echaban esa noche. En versión original, lo recuerdo bien. No tenía ni idea de qué iba la película. Ni siquiera me sonaba. Aunque no me importaba. Lo único que me apetecía era estar un rato más con Vicky.

Vicky es una de esas chicas rodeadas por un halo de misterio y erotismo que hace imposible poder querer despegarse de ella. Nos habíamos conocido esa misma semana en clase. Yo repetía la asignatura y ella era nueva. Veintidós años tenía yo y diecinueve ella. Nos pusimos juntos para hacer el trabajo porque ─como más tarde ambos confesamos─ nos habíamos gustado desde el mismo instante en que nos fijamos el uno en el otro.

Al día después de conocernos decidimos que nos gustábamos demasiado como para perder una hora metidos en clase. Por eso nos la saltamos y fuimos a tumbarnos al césped del campus a fumar un pitillo ─que no fume no significa que no lo haya probado─. Vicky tenía novio o "algo así" ─eso es lo que me dijo─. Yo no tenía novia en ese momento, así que decidí quedarme. No tardamos mucho en besarnos. Lo hicimos con deseo y sin perder el tiempo ─¿para qué?─. Ella representaba lo nuevo, lo prohibido, lo diferente. Y supongo que yo sería algo parecido para ella. No teníamos ningún plan de futuro en ese momento. No hacía falta. Éramos jóvenes y nuestros cuerpos y hormonas se encargarían de enseñarnos el camino.

Fue así hasta que, al cabo de un par de meses, mi cabeza decidió joder todo aquello ─y seguramente ahorrarme algunos problemas (aunque yo de eso no me di cuenta en ese momento)─. Recuerdo estar en su coche cuando ocurrió.
─No quiero tener que competir con tu novio ─o lo que fuera─, así que es mejor que me retire. No quiero seguir haciendo esto ─le dije a Vicky no sin esfuerzo.
Ella se quedó callada. Como dejando claro que poco podía decir ante lo que le acababa de soltar.
─Joder ─acertó a decir Vicky al cabo de unos segundos─. No quiero que te vayas ─me miró a los ojos y empezó llorar.
No nos engañemos; no es que no tuviéramos plan de futuro, es que no teníamos futuro. Habría sido muy fácil secar las lágrimas de Vicky con mis manos, besarnos, hacerlo allí mismo y dejar que aquello siguiera hasta vete tú a saber cuándo ─y cómo─. Pero ya os digo; aquello no tenía futuro ninguno.

Vicky y yo seguimos siendo amigos después de ese día. Podría no haber sido así. Podríamos habernos hecho mucho daño y haber acabado mal. No sé, quizás podríamos haber acabado odiándonos por no seguir teniendo lo que los dos, en el fondo, deseábamos ─al otro─. Pero salió bien. Acerté ─obviamente─, porque supe acabar a tiempo con una situación que únicamente podía traernos quebraderos de cabeza; y porque, además, pude seguir teniendo a Vicky en mi vida ─ya como amiga─. Al menos fue así hasta que acabamos la carrera. Luego la vida hizo su trabajo y nos dio papeles y caminos diferentes y separados.

Pero hoy me he acordado de ella. Hacía tiempo que no lo hacía. Por eso escribo estas líneas. Por eso lo hago escuchando esta canción. No sé, supongo que porque en el fondo "you keep me under your spell", Vicky.


4 comentarios:

  1. Uhh. Qué suerte. Una chica misteriosa en la Facultad. En Derecho no teníamos de eso. Ni chicas ni chicos misteriosos, y quien se saltaba una clase era para ir a la biblioteca. Una pena. De todas formas, me ha gustado tu historia. Una manera de vivir lo que no pude.

    En cuanto a la canción, ahora mismo la escucho.

    Un abrazo,
    P.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Realmente Vicky fue la excepción en una carrera aburridísima, con compañeros súper competitivos y con hojas de firmas en cada asignatura. Así que cuando ella apareció pude sentir por un tiempo lo que -dicen- es la vida universitaria. Quizás por eso la recuerdo con tanto cariño.
      Un abrazo enorme, P.

      Eliminar
  2. Cuando leo este tipo de relatos, o historias a nivel muy personal siempre me quedo pensando lo mismo y es que se puede leer entre líneas perfectamente parte de los sentimientos que el propio escritor o escritora ha dejado ahí para su lectores pero aún así, esto no transcurrió en 5 minutos que es lo que yo puedo tardar en leerlo, si no muchísimos más minutos a lo largo de semanas o incluso meses...
    Para mi es como una mismísima muestra del "poder" del tiempo, jamás lo vas a olvidar pero ha pasado el suficiente tiempo para que puedas contarlo y plasmarlo de manera tan natural, aunque sea la verdadera punta de un iceberg.

    Gracias por compartirlo, me encanta poder saborear un rato algunas de estos retales de la vida de los autores e imaginarlo por un momento.

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Han pasado ya unos cuantos años, sí. Pero este tipo de experiencias en la vida siempre se quedan ahí dentro esperando a que encuentres las palabras correctas para expresar lo que significó.
      Es un placer leer tus comentarios, Beatrice.
      Un abrazo enorme.

      Eliminar

Ya que has llegado hasta aquí...