lunes, 27 de marzo de 2017

Soy profe II

Es mi tercera semana como profesor de prácticas y aún no consigo ubicarme en el instituto. Ayer, a tercera hora, me perdí mientras buscaba la clase de 2ºC. Anduve perdido por los pasillos un buen rato hasta que la encontré. Menos mal que ya estaban todos metidos en sus clases, si no me habrían visto dar vueltas como un subnormal por todo el instituto.

─Profesor, ¿qué le pasó ayer a su equipo?
Maldito sea el día que les dije de qué equipo era.
─Lo mismo que al tuyo. Siéntate y no te vengas arriba.
Definitivamente ya sé qué tipo de profesor soy ─o quiero llegar a ser─; soy el duro, respetado y aún así querido profesor de prácticas. Siempre quise ser respetado a la vez que querido, pero lo de duro he tenido que añadirlo a última hora. No he tenido más remedio. Y, ¿la verdad?; me gusta.

El otro día, al entrar en 2ºB, dos niñas de la primera fila empezaron a cuchichear algo. Algo sobre mí.
─Shhh. Cállate, tía, que este no es como el de música; este se impone.
Supongo que en ese momento yo pondría cara de Michelle Pfeiffer en "Mentes peligrosas", orgulloso de mí mismo. Fue entonces cuando entendí ─por fin─ las palabras que en su día pronunció el mejor profesor que he tenido nunca; "Yo. No soy. Vuestro amigo".

Los del máster ya me lo decían; "joder, en verdad cuando te pones serio impones bastante". Al final se ve que es verdad, que impongo. Los primeros días pensé que en parte era gracias a la barba. Por eso esta semana iba un poco expectante con respecto a cómo reaccionarían al verme sin barba ─me he afeitado, sí─. ¿Me ocurriría como a Sansón? ¿Perdería mi fuerza al cortar mi melena barba?
─Profe, ¿por qué se ha afeitado? Estaba mejor con barba.
─Tú no te preocupes por mi barba, que volverá a crecer. Preocúpate por estar en tu sitio dentro de cinco segundos.
Oye, pues no; no era cosa de la barba. No veas cómo corría el chiquillo.

Si ya me respetan así siendo el ayudante del profesor, no quiero ni pensar cómo será la semana que viene, cuando empiece a dar las clases yo solo.

Continuará...

6 comentarios:

  1. Admiro mucho a los que se dedican a la enseñanza porque creo que es fundamental. Si algún día me dedico a dar clases sé que sería estricta (quizás demasiado), pero sería gratificante comprobar cómo los alumnos aprenden con uno, ¿no?

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    1. Eso es lo mejor de ser profesor, desde luego. Eso y que te tengan cariño -a pesar de ser duro con ellos-. Ellos mismos te reconocen que si de entrada no me hubiera impuesto la clase habría ido por otro camino, así que harías bien en ser estricta.
      Un abrazo.

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  2. Soy profesora o mejor dicho mentora de mis estudiantes
    es maravillosa abrazos

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  3. El respeto es un valor muy importante, pero poco inculcado en este país (y en muchos otros, claro está). Ojalá tu ejemplo cale hondo en esos chavales (:

    Como siempre, estupenda entrada.
    Un abrazo,
    P.

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    1. Lo traen -o no lo traen- de casa y, claro, lo sufrimos en clase. A pesar de eso tengo que decir que no puedo quejarme; en líneas generales son muy buenos niños.
      Gracias por pasarte, P.
      Un abrazo.

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