domingo, 18 de diciembre de 2016

Una llamada

─Oye, ¿estás en casa?
─Sep.
─¿Te puedo llamar?
   Y Bonita me llamó. Yo estaba en el sillón con el gato encima y me había asegurado de dejar el teléfono cerca ─porque me da pena levantarme y despertarle─, así que no tardé en contestar.
─Hola ─dijo Bonita con voz dulce─, estoy un poco triste y me apetecía oír tu voz.
   Bonita es muy fuerte. Ella sola se basta para salir (casi siempre) adelante. "No sé por qué estás conmigo ─me dijo hace años─ si nunca te hago sentir que te necesito". Es cierto que Bonita no necesita a ningún príncipe estúpido que la salve de las garras del estúpido dragón que la retiene estúpidamente en el estúpido castillo ─únicamente necesita a alguien que le mate las arañas (le dan miedo)─. Pero sí que necesita apoyo de vez en cuando. Esa frase al otro lado del teléfono es la prueba. Y yo siempre intento estar ahí cuando eso ocurre.

   Calmar y ayudar a Bonita es fácil ─aunque ella dice que es complicado y que por eso sólo yo sé hacerlo─: hay que escucharla mientras te cuenta lo que la tiene furiosa, disgustada o triste, nunca contradecirla y quedarte callado hasta que acabe. A ese primer paso le pusimos de nombre "te llamo y te grito un poco". Luego hay que hacerla reír para que se le pase el enfado, disgusto o tristeza. Fácil, ¿no?

   Me contó que está teniendo un problemilla no muy grave de salud. Yo la escuché "gritar" y cuando se desahogó a gusto nos pusimos a hablar de otras cosas. A Bonita y a mí nos gusta hablar con el otro. Me dice que soy la única persona con quien puede ser totalmente ella, con la que no tiene miedo de ser, de decir o de pensar. Hablamos de nuestros gatos. De lo graciosos que son y de las caras de personas que tienen.

   Llevamos hablando una hora y escucho a Bonita reír a carcajadas. En ese momento no sé quién está más contento de los dos. Ella por haberse olvidado de sus problemas y poder reírse o yo por escucharla reír. No queremos colgar. Estaríamos hablando toda la noche ─como hemos hecho infinidad de veces tumbados en la cama─, pero sabemos que tenemos que colgar. Ella no está aquí, pero en cierto modo sí que está conmigo. "Por eso siempre te llevo conmigo ─me escribió una vez─ y estoy contigo allá donde vayas". Por eso nos cuesta un poco menos colgar. Por eso me cuesta un poco menos todo.

4 comentarios:

  1. Da gusto leerte! Gracias por compartir estas escenas de la cotidianidad con nosotros.

    Un abrazo,
    P.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, P. Con comentarios así sí que da gusto escribir :) Actualiza pronto el tuyo, que estoy deseando leerte.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Que bonitooo!!
    (vaya feedback más ñoño estoy aportando, pero es que es verdad!!)
    PD: mítica la cara de persona de los gatos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agradezco muchísimo tus comentarios (no sé cómo llamarte); de ñoños nada.
      Gracias, de verdad. Y un abrazo.

      Eliminar

Ya que has llegado hasta aquí...