jueves, 20 de abril de 2017

Cartas

Me tocó nacer en los 80. Eran años locos ─o al menos a mí me lo parecían─. Hacíamos cosas raras en los 80. En las casas no todas las televisiones tenían mando a distancia; había que levantarte para cambiar de canal ─qué cosas, eh─. Habíamos dejado atrás los tiempos de "yo con dos piedras hacía una portería", pero aún era normal ver a niños jugando por las calles. Niños interactuando con otros niños, me refiero. Con amigos, vamos ─que sí, lo juro─. Y hablando de amigos; para hablar con ellos tenías que utilizar el teléfono. El fijo, claro. No había Internet, ni móviles ─¿qué era eso?─, así que si querías decirle algo al amigo de turno tenías que llamar a su casa y rezar para pillarle allí. ¿Sabéis qué pasaba si llamabas a casa de alguien y no estaba? Nada, no pasaba nada. Eran buenos tiempos. Otra opción era mandar cartas. ¡Ah, las cartas!, qué recuerdos. Siempre me ha gustado mandar cartas. Sobre todo a las chicas.

Recuerdo la primera carta que le mandé a una chica. Se llamaba Marta y le escribí para preguntarle si quería ser mi novia. Ella respondió que sí ─una semana después y por carta─. Después de eso empecé a mandarle más cartas; porque ya éramos novios y los novios se carteaban. Pero a mí siempre me gustó hacerlo todo un poco más personal ─y raro─. Recuerdo que me colaba en su bloque y, sin que nadie me viera, metía las cartas en su buzón ─el buzón de sus padres─. Craso error. Yo pensaba que era lo más romántico del mundo, pero al poco tiempo sus padres me comunicaron ─y no por carta precisamente─ que esa idea no les parecía tan romántica como a mí.

En mi adolescencia tuve una novia a la que me gustaba dejar cartas escondidas por el parque. Había aprendido la lección y mandárselas a casa ya no era una opción. Seguía haciéndolo a escondidas, eso sí ─nadie podía ver dónde dejaba la carta porque si no se la llevarían─, y eso le daba un toque de emoción al asunto. Después de esconder la carta debajo de un columpio o detrás de alguna piedra, le mandaba un SMS ─eran otros tiempos─ y le decía que ya podía ir a buscar su carta. No veas qué contenta se ponía; me mandaba caritas sonrientes en otro SMS y todo.

A Bonita también le he enviado muchas cartas. Los años han pasado pero a mí me sigue pareciendo precioso mandarlas. A Bonita también se lo parece.
─Tengo guardadas todas tus cartas ─me dijo un día, tumbados en la cama.
─¿Todas?
─Claro, me las enviaste tú.
Son tantas que ya no consigo acordarme de todas. De la primera sí. Se la di en persona la primera vez que vino a verme allí ─hace tanto de eso─. Era un sobre pequeñito con bordes dorados y la carta iba doblada en plan acordeón. Le decía que no se preocupara, que todo iría bien. Recuerdo también la última que le mandé, fue hace poco. Era una carta de respuesta a la suya ─Bonita también me manda cartas─. En ella le decía que volviera pronto. Que la echaba de menos. Que la quiero.

Llevo unos días pensando en enviarle otra carta. Una que diga... No sé. Algo así como que se venga a vivir conmigo.

6 comentarios:

  1. Yo, chica de las 90, no tuve esa oportunidad de mandar tantas cartas (o sí y quizás no me dí cuenta), pero es algo que sin duda merecería la pena recuperar

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    1. Yo sigo mandándolas, desde luego. Soy un romántico, supongo.
      Un abrazo.

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  2. El final me ha enamorao *.* Ayy las cartas!! Yo también las escribí y las recibí! Que emoción daba recibir una y abrirla por primera vez, leer esas líneas nuevas, recientemente escritas... en fin, yo también quiero reivindicar esos tiempos :)

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    1. Pues aún estás a tiempo; las cartas nunca pasan de moda. A mí me parecen la forma más bonita de comunicarse con alguien. Ya nadie se toma las molestias de mandar cartas a la gente que quiere.
      Un abrazo, Chica del té.

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  3. ¡Los de los noventa también mandamos cartas! De hecho, todavía lo hago. Y mucho. Me encanta mandar postales a mis amigos exiliados del Thyssen o de El Prado. Como ves, aprovecho cualquier oportunidad para reivindicar lo más característico de mi ciudad jajaj.
    Como siempre, una entrada estupenda. Me encanta. Ya nos contarás qué te dice Bonita. #BonIcarvlogs YA! :)

    Un abrazo,
    P.

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    1. No esperaba menos de ti, P. Por lo de mandar cartas, digo. Bueno, también por lo de Madrid jaja.
      Pues sí, ya sabes que no tardaré mucho en volver a hablar de Bonita. Os iré contando.
      Un abrazo.

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